lunes, 13 de enero de 2014

El prólogo de algo que nunca escribí

Y el demonio fue liberado al fin de su prisión de cenizas gracias a aquel simple y pequeño ser humano que decidió recuperar sus partes y su alma de la misma muerte con la única intención de besar sus labios, aunque con ello condenara a toda la humanidad...
El humano que decidió amar al demonio y sacrificó su existencia entera solo por un sueño. El humano que, sin saberlo, condenó al demonio a mantenerle con vida eternamente para siempre, sin jamás dormir...
Y así sería contada en todo el universo la leyenda del héroe humano que se condenó a la inmortalidad y del demonio todopoderoso que terminó dependiendo de la vida y el sueño de un mortal.
Un amor prohibido escrito ya en las antiguas palabras anteriores a la vida misma. Algo que no podía evitarse y que jamás debió suceder.
¿Podrá el humano crear sentimientos en un ser de pura maldad?
¿Podrá el demonio liberarse de sus cadenas humanas?
¿Podrá la humanidad perdonar un acto de amor?
...


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